El camino no se hace más fácil.

Tú te haces más fuerte.

Y vamos entendiendo que esto no va de “aguantar” más… va de aprender a sostener mejor.

Porque 2026 no promete menos complejidad: financiación incierta, burocracia, urgencias, equipos al límite, cambios tecnológicos que aprietan. Lo que sí podemos decidir es cómo nos entrenamos para atravesarlo sin perder propósito (ni personas).

Esta fortaleza se construye en lo cotidiano:

Claridad de rumbo: propósito, prioridades y renuncias sin culpa.
Cultura que cuida: confianza, conversaciones honestas y límites sanos.
Gobernanza ligera: roles claros, acuerdos vivos, decisiones que avanzan.
Herramientas con sentido: datos, procesos e IA al servicio del impacto.
Ecosistema: alianzas reales, cooperación práctica, comunidad que sostiene.

Si 2025 te dejó cansada, agotada y con alguna cicatriz… hagamos que 2026 nos deje músculo, flexibilidad y fortaleza.

¡Feliz 2026!